En el corazón de América del Sur, el Chaco paraguayo se extiende como una región clave para la conservación de la biodiversidad, la cultura ancestral y el equilibrio climático del continente. Conformado por los departamentos de Alto Paraguay, Boquerón y Presidente Hayes, este territorio representa aproximadamente el 60% del área nacional, pero alberga solo el 3% de la población. Esta baja densidad poblacional contrasta con la riqueza de sus ecosistemas y con los desafíos que enfrenta para lograr un desarrollo equitativo y sostenible.
En este contexto, el proyecto REDD+ Chaco Vivo ofrece una respuesta innovadora: conservar cerca de 200 mil hectáreas de bosques nativos continuos, ubicadas en tierra privada de la empresa Atenil S.A. en el distrito de Puerto Casado. Este modelo integra sostenibilidad ambiental, fortalecimiento comunitario y gobernanza participativa, bajo el marco del mecanismo REDD+.
REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques) es una iniciativa internacional que busca mitigar el cambio climático mediante la conservación de los bosques. Su objetivo es valorar el carbono almacenado en los ecosistemas y ofrecer incentivos a las comunidades que los protegen. En Chaco Vivo, se articula el trabajo entre el propietario de la tierra, las comunidades indígenas y locales, así como actores públicos y privados.
Históricamente, la región chaqueña ha sido una frontera de expansión ganadera, agrícola y de asentamientos humanos. Estas actividades han impulsado el crecimiento económico del país, generando empleo e infraestructura, pero también han planteado desafíos en términos de manejo ambiental, planificación territorial y equidad social. Frente a estos retos, Chaco Vivo propone una visión que integra producción y conservación. A través del trabajo conjunto con comunidades urbanas, indígenas, rurales y gobiernos locales y nacionales, el proyecto impulsa el manejo sostenible del bosque, actividades productivas amigables con el ambiente y el fortalecimiento social y comunitario.
Gobernanza participativa y sostenibilidad inclusiva
El proyecto se desarrolla en propiedad privada, demostrando que la conservación no es responsabilidad exclusiva del Estado, sino que puede y debe ser impulsada también desde el sector privado, con criterios de sostenibilidad y compromiso social. Este modelo, clasificado como Avoided Planned Deforestation (deforestación planificada evitada), contempla que las comunidades participantes están en el área de influencia (AOI), no en la propiedad directa del proyecto. Chaco Vivo promueve el manejo sostenible del bosque, generando servicios ecosistémicos como la captura de carbono, la biodiversidad y la resiliencia climática, a la vez que crea incentivos financieros a través del mecanismo REDD+.
Uno de los pilares de Chaco Vivo es su enfoque democrático y participativo. Aunque la conservación se realiza en propiedad privada, las acciones que involucran a las comunidades del AOI se basan en transparencia, participación y respeto por la diversidad cultural. El proyecto reconoce el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas, priorizando el diálogo intercultural, los saberes tradicionales y el fortalecimiento organizativo comunitario. En un contexto nacional donde a menudo se debilitan los mecanismos de consulta y participación, Chaco Vivo es un ejemplo de cómo la democracia puede practicarse desde el territorio, promoviendo la paz social mediante el reconocimiento de derechos y la construcción de alianzas.
Uno de los grandes aportes de Chaco Vivo es su apuesta por un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible. Sus actividades productivas y sociales buscan generar ingresos sin comprometer el equilibrio ecológico, fortaleciendo al mismo tiempo las capacidades locales, la educación ambiental y el empleo digno. Su Programa LIFE representa un eje transversal que contribuye al cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Con acciones concretas orientadas al bienestar integral de las comunidades cercanas, fomenta el acceso equitativo a la educación, salud, seguridad alimentaria, cuidado ambiental y bienestar general. Además, prioriza la participación activa de mujeres, juventudes y liderazgos locales, fortaleciendo el tejido social y promoviendo una cultura de corresponsabilidad en la gestión sostenible del territorio.
Este enfoque no busca oponerse al desarrollo agropecuario, sino complementarlo con buenas prácticas y planificación a largo plazo que incluyan criterios sociales y ambientales. Chaco Vivo apuesta por una economía regenerativa, donde el valor se mide no solo en dinero, sino también en bienestar colectivo, salud del ecosistema y equidad.
Integración regional y visión de futuro
El Chaco no termina en las fronteras de Paraguay. Se extiende por Argentina, Bolivia y Brasil, conformando el Gran Chaco Americano. Esta región biogeográfica compartida representa un desafío y una oportunidad para la integración regional. La lucha contra el cambio climático, la defensa de los pueblos indígenas y la conservación de los bienes comunes requieren coordinación, solidaridad y visión a largo plazo. En ese sentido, Chaco Vivo dialoga con otras experiencias de la región y contribuye a posicionar al Chaco como un territorio de soluciones climáticas, de aprendizaje mutuo y de renovación del compromiso con el planeta.
El Proyecto REDD+ Chaco Vivo no es solo una apuesta ambiental; es una propuesta económica, social y cultural para repensar el desarrollo desde la justicia, la democracia y la sostenibilidad. En tiempos de crisis climática y exclusión, el trabajo silencioso pero firme en el Chaco nos recuerda que es posible construir otro futuro si se hace con respeto, coherencia y esperanza. Chaco Vivo nos invita a pensar en el territorio no como un recurso para explotar, sino como una casa común que debemos cuidar, compartir y regenerar para las futuras generaciones.