Palthy Alvarado

Líder juvenil nicaragüense y gestor de proyectos con experiencia en startups internacionales y ONG.

Juventud y trabajo: entre crisis y esperanza

Desafíos

En Centroamérica, al igual que en el resto de América Latina y el Caribe, las juventudes enfrentan un panorama laboral marcado por profundas desigualdades estructurales. El 19 de febrero de 2025, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó el informe “Jóvenes en el mercado laboral: entre la informalidad y la falta de oportunidades”, que reveló datos alarmantes: la tasa de desocupación juvenil en la región sigue siendo casi tres veces mayor que la de los adultos, alcanzando un 13,5 % en 2023, pese a cierta recuperación pospandémica.

Uno de los retos más persistentes es la informalidad, que afecta al 60 % de los jóvenes empleados, en comparación con el 47,5 % entre adultos. Esto se traduce en condiciones precarias, falta de seguridad social y bajos ingresos: los jóvenes perciben solo el 60 % del ingreso promedio de los adultos, y la brecha se amplía aún más para quienes trabajan en empleos informales.

Las mujeres jóvenes enfrentan una doble carga. Además de la discriminación laboral, muchas están fuera del sistema educativo y del trabajo remunerado (NENTR) debido a su dedicación a tareas de cuidado no reconocidas. En 2023, el 71 % de las personas jóvenes NENTR eran mujeres, muchas de ellas en Centroamérica.

Otro obstáculo clave es la desconexión entre el sistema educativo y las demandas del mercado laboral. Las y los jóvenes percibimos que la formación técnica y universitaria no siempre se traduce en oportunidades reales. Esta falta de alineación contribuye a la sobrecualificación y a la frustración profesional temprana.

A nivel global, el panorama también es desafiante: el Banco Mundial estima que 1.200 millones de jóvenes en economías emergentes alcanzarán la edad laboral en los próximos diez años, pero solo se proyecta la creación de 420 millones de empleos. Esta brecha anticipa una creciente presión sobre los mercados laborales, especialmente en regiones como Centroamérica, donde los sistemas económicos ya enfrentan altos niveles de informalidad y exclusión juvenil.

Oportunidades

A pesar de los desafíos, el informe de la OIT también señala ventanas de oportunidad. Por ejemplo, la recuperación de los niveles de escolarización tras la pandemia ha sido rápida, y ha aumentado el porcentaje de jóvenes que estudian exclusivamente o que combinan estudios y trabajo, lo que representa un capital humano en crecimiento.

Además, las nuevas tecnologías han generado modalidades de empleo emergente como el teletrabajo o el empleo en plataformas digitales. Si bien el acceso aún es desigual, quienes logran insertarse en estos sectores valoran su flexibilidad y potencial de desarrollo.

Las políticas públicas juegan un rol fundamental. Iniciativas como FORLAC 2.0 de la OIT, que combina formación, intermediación laboral y afiliación a la seguridad social, apuntan a mejorar la empleabilidad juvenil en sectores vulnerables. En países centroamericanos como El Salvador y Honduras, existen esfuerzos crecientes por impulsar programas de primer empleo, formación dual y subsidios al empleo formal juvenil.

Asimismo, sectores como el del cuidado, la tecnología, la logística y la economía verde están creciendo y ofrecen nuevas salidas laborales. Pero se requiere una orientación vocacional más estratégica, formación continua y políticas que fomenten la igualdad de oportunidades.

Juventud centroamericana: entre la búsqueda y la creación

Centroamérica alberga a más de 20 millones de personas jóvenes, muchas de las cuales enfrentan limitaciones severas para acceder a un trabajo decente. Aun así, estas juventudes no solo buscan oportunidades: también están empezando a crearlas.

El emprendimiento juvenil está emergiendo como una vía concreta frente a la falta de empleo formal. Ya sea vendiendo en línea, generando contenido digital o desarrollando productos y servicios locales, miles de jóvenes centroamericanos están apostando por caminos alternativos. En muchos casos, el autoempleo o el trabajo por cuenta propia no solo responde a una necesidad, sino que también representa una forma de ejercer autonomía económica y creatividad.

Sin embargo, para que estos emprendimientos tengan un potencial transformador, es clave brindar acceso a crédito, mentoría, capacitación empresarial y plataformas de comercialización. Además, deben integrarse en políticas públicas que reconozcan y fortalezcan el ecosistema emprendedor juvenil con un enfoque de inclusión y sostenibilidad.

Esperanza y compromiso

El trabajo juvenil en Centroamérica está atravesado por tensiones históricas y transformaciones contemporáneas. Aunque persisten las brechas de empleo, género e informalidad, las juventudes de la región encarnan una enorme energía creativa, formativa y transformadora.

Garantizar su acceso a un empleo digno no es solo una meta laboral, sino una apuesta por el desarrollo sostenible de toda la región. Pero ese acceso no debe limitarse a “esperar una oportunidad”: las juventudes centroamericanas debemos seguir demostrando que también podemos generarlas, con innovación, resiliencia y esfuerzo colectivo.

El reto —y el compromiso— para gobiernos, sector privado y sociedad civil es acompañar y fortalecer ese potencial, reconociendo que el futuro del trabajo en Centroamérica no puede pensarse sin las juventudes… y mucho menos sin su protagonismo.

Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente al/la autor/a y no reflejan necesariamente la postura de la Misión Presidencial Latinoamericana y del Caribe, ni de la Fundación Esquipulas para la paz, la democracia, el desarrollo y la integración, ni de la Global Peace Foundation Centroamérica, organizaciones que conforman el Ecosistema para la transformación social, construyendo una región de oportunidades.