La geografía, la historia y el azar dispusieron colocar a la península de Corea en un vecindario bastante turbulento: al norte con China, en el noreste colinda con Rusia, y a tan solo 200 kilómetros de sus costas está Japón. Estos tres Estados han sido todos imperialistas en algún punto de su historia, y los tres han ocupado directamente Corea. Todo esto ha influido enormemente en la actualidad de la península.
Justamente tras la derrota y rendición de Japón en 1945, Corea pudo sacudirse el yugo de una brutal ocupación colonial japonesa (desde 1910), pero la independencia sería efímera. Las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial decidieron imponer su propia lógica geopolítica del momento, al dividir la península en dos partes, a través del paralelo 38.
¿Qué es el paralelo 38? es la línea de latitud que divide la península de Corea en dos partes. Tras la Segunda Guerra Mundial, se estableció como la frontera entre Corea del Norte (control soviético) y Corea del Sur (control estadounidense). Luego de la Guerra de Corea (1950-1953), esta división se mantuvo con la creación de la Zona Desmilitarizada que sigue siendo la frontera entre ambos países hasta hoy.
Lo impensable había sucedido: después de casi 1,300 años de historia como un Estado unificado, Corea quedó dividida. En el norte, la URSS respaldó el ascenso de Kim Il-sung, estableciendo la República Popular Democrática de Corea (RPDC, Corea del Norte). En el sur, Estados Unidos apoyó a Syngman Rhee, dando origen a la República de Corea (Corea del Sur). Aunque ambas naciones surgieron con nombres que evocaban principios democráticos, sus sistemas políticos iniciales estuvieron marcados por fuertes liderazgos y una limitada apertura política.
La división de Corea en dos áreas de influencia era un microcosmos, un reflejo, de lo que ocurría en el resto del mundo bipolar de la Guerra Fría. Alemania sufriría un destino bastante similar, en el mismo periodo de tiempo, con los mismos actores, que en Corea… ¿Tendrá Corea un desenlace parecido? Eso sigue por verse.
El trauma de la división sería seguido por la tragedia de la guerra. El mundo estaba básicamente dividido en dos grandes bloques, en el cual, como los planetas alrededor del Sol en nuestra galaxia, los países orbitaban en torno a dos superpotencias: La URSS y Estados Unidos. Ambos bandos estaban empecinados en no solo exportar su modelo a la mayor cantidad de países vecinos, sino también a hacer todo lo posible por frenar por cualquier medio la influencia del otro. Esta dinámica duraría hasta 1991, y el tablero de ajedrez era el mundo entero.
En 1950 Corea del Norte invadió el sur con apoyo de la URSS y de China. Nuevamente los poderosos vecinos haciendo estragos en la península. Corea del Sur se vio abrumada y superada por la invasión, y hubiese sido conquistada (y curiosamente reunificada) de no haber sido por la intervención de la ONU y Estados Unidos. La guerra duraría 3 años, siendo particularmente sangrienta: más de 2.5 millones de muertos y dejó a la península totalmente devastada.
La guerra nunca llegó a su fin, técnicamente, pues nunca hubo un tratado de paz como tal en 1953. Solo hubo un armisticio. Es por eso por lo que se puede argumentar que la guerra sigue. Y mucho ha pasado desde entonces en la península de Corea, aunque de manera relativa. Bien decía Einstein que el tiempo es relativo, ¿no?
En Corea del Sur el tiempo pareciera correr a un ritmo vertiginoso, y ha logrado transformarse como un referente en democracia y defensa de derechos humanos. Con apoyo occidental y con su propio esfuerzo, el Sur iría transformando su economía y su sistema político con el correr de las décadas.
Poco a poco dejarían de ser un país devastado, con un sistema político autoritario y con una economía subdesarrollada, a ser una nación vibrante, con una robusta democracia y una economía del primer mundo. Por supuesto que no fue un camino de rosas, ni mucho menos. Pero hoy en día, en pleno siglo XXI, Corea del Sur es una potencia económica a toda regla y una democracia sólida que incluso logró desarticular un intento de golpe de Estado en diciembre del 2024.
En el Norte, sin embargo, el tiempo pareciera a duras penas avanzar, en el mejor de los casos, o estar estancado. Desde 1945 a 2025 este aislado país solo ha tenido 3 líderes, todos en línea directa de sucesión familiar como si de una monarquía se tratase. 3 Kims (Kim Il sung, Kim Jong Il y Kim Jong Un) han gobernado con poder absoluto. En el norte, que tiene una economía centralizada controlada por el Estado, pareciera que el tiempo se olvidó de avanzar, y la arquitectura, la sociedad, la tecnología (excepto lo militar) son reflejo de eso mismo. Es una sociedad militarizada, ultra represiva y fanatizada.
Los Kim rápidamente comprendieron que la mejor (y tal vez la única) manera de mantener el poder y su soberanía era con el desarrollo de armas nucleares. Y tras décadas de pruebas, Corea del Norte es una potencia nuclear. Para la cúpula gobernante solo existe una visión correcta del mundo, y es su propia visión bajo la ideología juche. Saben que ceder un ápice es poner en riesgo su hegemonía.
¿Hay opción de una reunificación en este mismo pueblo dividido en dos Estados? ¿Es viable reunificar a dos mundos políticos y económicos tan diametralmente opuestos? La frase “la historia no se repite, pero rima”, se le atribuye a Mark Twain, y tiene especial relevancia porque hay dos ejemplos recientes en la historia que se asemejan a la situación de Corea.
El primer caso es el de Alemania, un país que, como Corea, fue pulverizado por una guerra, dividido por los ganadores, y que por décadas tuvo dos Estados con sistemas políticos y económicos diametralmente opuestos. Pero lo curioso es que lograron reunificarse de manera pacífica en 1989, y hasta hoy, ese pasado reciente no es más que una pesadilla pasada. Hoy día, Alemania es símbolo de prosperidad, de civilidad, de desarrollo económico y bienestar social. ¿Podrá Corea seguir el ejemplo alemán, o su destino se asemeja más al de Vietnam, donde la reunificación solo llegó tras una guerra devastadora y bajo el dominio absoluto de un solo bando?
Un escenario como el de Vietnam sería dantesco para los coreanos. ¿Por qué? Las guerras más allá de dejar ganadores y perdedores dejan destrucción material humana generalizada, incluso a niveles dantescos. La humanidad, en la historia reciente, ha visto que hay mejores y maneras más eficientes de progresar que ir a una guerra. Miremos el caso de Vietnam.
Vietnam también fue dividida luego de la SGM, y siguiendo el guion coreano y alemán, una misma nación fue dividida en dos Estados antagonistas e irreconciliables. Pero en lugar de reunificarse como nación con discursos emotivos, martillazos a un muro obsoleto y abrazos televisados, Vietnam se unificó en 1975 al ritmo de los tanques y las balas. El bando comunista, el del Norte, aplastó al régimen prooccidental del Sur. No hubo abrazos, hubo balazos. No hubo discursos emotivos, hubo represión. Un bando fue el claro ganador y el otro el claro perdedor. ¿Corea podría sobrevivir una nueva guerra devastadora como la que ya vivieron en los años 50’s? Y a esto se le agrega las armas nucleares a la ecuación. Como se dijo, este escenario sería dantesco.
Así que, ambas coreas tienen ante sí dos ejemplos históricos recientes con los cuales pueden vislumbrar su presente: ¿Será un modelo de reunificación pacífico al estilo alemán o será de corte violento como el caso de Vietnam?
La Global Peace Foundation lanzó recientemente la campaña One Dream, One Korea, que busca la reunificación pacífica de corea a través de 10 millones firmas de activistas de la diáspora coreana y del mundo entero, una meta que no es imposible de alcanzar y que tú puedes ser parte.